José Marc Flores Pereira logró, con dos latas de jugo camufladas como bomba y con una Biblia, robarse toda la atención de México, cuando el país empezaba a discutir un plan de nuevos impuestos.
De pronto la agenda cambió. Programas de radio y televisión que tenían previsto entrevistar al secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y a diputados por el paquete económico que había presentado el presidente Felipe Calderón se concentraron en "Josmar".
El pastor boliviano, de 44 años, secuestró el miércoles un Boeing 737 de Aeroméxico en vuelo desde Cancún con 103 pasajeros.
Su historia se convirtió en el gran tema, en especial para la televisión, desde todos los ángulos: el relato de la tripulación, el operativo de rescate en el aeropuerto de Ciudad de México, sus videos de música religiosa en Internet.
Se supo que había llegado a México a los 27 años porque su familia en Bolivia estaba harta de su adicción a las drogas. Que tiene un restaurante en Cancún que se llama "Las delicias de Josmar". Que leyó versículos de la Biblia con las azafatas y repartió discos con sus canciones religiosas entre la tripulación.
Primero pidió dar siete vueltas alrededor de la Ciudad de México, pero el capitán Ricardo Ríos le hizo saber, por medio de la jefa de sobrecargos, Gabriela Ceja, que no había combustible.
Su objetivo era hablar con el presidente Felipe Calderón para advertirle que iba a haber una catástrofe. Había recibido una "revelación divina" en una fecha diabólica, el 9 del mes 9 del año 9, que invertido da el 666, el número de la bestia.
Al avión "se subió muy alegre, saludó muy cordial, demasiado cordial", contó hoy a la televisión la azafata María de Lourdes Venegas, miembro de la tripulación. Se sentó en la fila 30 y después de 50 minutos de vuelo anunció sus planes. "Jamás nos amenazó, jamás nos habló fuerte".
"Josmar" llevaba en la cabina una maleta negra y un portafolio café. En la parte trasera del avión, donde estuvo con las azafatas sin que los pasajeros se enteraran hasta el momento del aterrizaje, Flores Pereira abrió la maleta para enseñarles que no era broma: tenía una bomba.
El explosivo resultó ser un artefacto compuesto por dos latas de jugo rellenas de tierra y unas lucecitas de colores, que cambiaban del rojo, al violeta y al azul. "Supuestamente tenía un detonador inalámbrico", afirmó la jefa de sobrecargos. Decía que había otros dos cómplices en el avión.
Unos 200 efectivos de la Armada, 100 del Ejército y 180 policías se apostaron en la zona de emergencias del Aeropuerto de Ciudad de México, conocida como La Gota, donde aterrizó el avión.
Se consiguió que bajaran las mujeres y niños y después el resto de los pasajeros. Luego, en un rápido despliegue y sin balazos, la policía tomó por asalto el avión y sacó a unas ocho personas detenidas. Todos menos uno eran simples pasajeros. Uno de los arrestados era diputado local por el estado de Quintana Roo.
"No hay ni madres, nos vacilaron (tomaron el pelo)", gritó un agente, según recoge hoy el diario "Reforma". "Los cotorrearon", dijeron unos marinos a policías.
(FUENTE: nacion.com)
- Hummmm,... alcohol, drogas y La Biblia, ¡pero qué feo "vuelo" jaja,...
Abel.
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