Fotografía del museo Anna Goeldi
Algunos estudiosos hablan de que fueron 50,000,… otros historiadores dan una cifra más “modesta”: 15,000. Los herederos de la denominada “Antigua Religión” –los modernos brujos Wicca, hablan de casi 200,000 víctimas de la intolerancia y el miedo en Europa, durante la “caza de brujas” de los siglos XIV al y XVII. Uno de los genocidios por motivos religiosos más salvaje e infame, y del que poco se habla aún. El año que pasó, el Parlamento suizo, buscando resarcir sus yerros de su pasado como nación, ha dado por concluido una increíble e infame historia judicial, un proceso llevado a cabo en contra de la que es considerada como “la última bruja ejecutada en Europa”,… y más de dos siglos después de iniciado el proceso.
Remontémonos a 1782: en el cantón suizo de Glarus se juzgo, condenó y decapitó a Anna Goeldi, de 48 años, tras acusarla de haber envenenado a una niña de 8 años, hija del matrimonio para el que trabajaba como asistente doméstica. La niña no murió y nunca pudo demostrarse el envenenamiento. La acusación incluyó el delito de "brujería" y, así, Goeldi, fué la última mujer oficialmente ejecutada en Europa por cargos de brujería.
Esa es la historia “oficial”,… pero la verdadera historia del verdadero origen proceso, la cual ha finalmente salido a la luz, es otra, y que nos muestra el horror al cual puede llegar el paroxismo religioso -azuzado por algunos-, y sobre todo cuando las más bajas pasiones humanas –disimuladas con la religión, con la venia conveniente, de las cabezas de la iglesia, por otros-; Goeldi, según un libro aparecido en 2007 y obra del periodista suizo Walter Hauser, tuvo una relación íntima con el padre de la niña asesinada, Johann Jakob Tschudi. Así, la ejecución de Goeldi se habría llevado a cabo para esconder esa relación extramatrimonial y no para castigar el supuesto envenenamiento, aunque esa fuera la causa legal alegada entonces. Goeldi confesó su supuesto crimen, tras el uso de la más vieja “arma”, que utilizaban los inquisidores religiosos, para doblegar la verdad: fué torturada.
Pero el trabajo detectivesco a través del tiempo, por parte de Hauser, no fué el primero: de la vida de Goeldi (conocida históricamente como "la última bruja de Europa"), ya se habían hecho investigaciones históricas y publicado dos novelas, con relativo éxito. Incluso, al año siguiente de su ejecución, dos diarios alemanes (país donde las acusaciones de "brujería" eran ya cosa del pasado), publicaron la historia de la muerte de Goeldi y acusaron a Suiza de haberla asesinado sin pruebas. Entonces ya se escribió que Goeldi había denunciado a su patrón un año antes por "acoso sexual", cosa que se comprobó mucho, mucho tiempo después.
Más de dos siglos después, y tras un intenso debate, el Parlamento del cantón suizo donde ocurrió el aciago proceso, finalmente decidió resarcir la sentencia el año pasado: exoneró a Goeldi, tras un largo debate y consultas con la jerarquía de las iglesias Protestante y Católica. No ha sido una decisión fácil: tuvo que superar la eterna postura intransigente, por parte de la Iglesia Protestante, la cual mostrando su arrogancia y desinterés por limpiar su imagen, rechazó el exonerar a Goeldi, porque, según declararon: “…no veía necesidad de corregir una injusticia ocurrida 225 años antes".
Finalmente, el 27 de agosto, el Parlamento Helvético dio la exoneración histórica, dando por sentada una postura muy clara al respecto; los motivos de su decisión fueron: en aquel entonces la Iglesia Protestante no tenía autoridad legal para decidir sobre la vida o muerte de Goeldi; además, la jerarquía eclesiástica había decidido que ya era culpable antes de celebrarse el juicio. Otros aspectos de peso fueron también que el envenenamiento no estaba castigado con la pena de muerte, si la víctima no moría (según las leyes de la época), y finalmente, por que, como dictó la norma del paralmento: “…además de torturar y ejecutar a una persona inocente, los jueces eclesiásticos sabían que no tenían derecho legal a hacerlo: no se había demostrado el envenenamiento y no había base legal para dictar una pena de muerte".
También la resolución dictó que el cantón de Glarus donaría 118.000 dólares a una compañía de teatro que prepara una obra sobre Goeldi para dar “un signo adicional” de rehabilitación. Pero no es la primera muestra de rehabilitación, que se ha realizado hacia la memoria de la bruja más famosa de tierras helvéticas: en 2007 se abrió su museo en Mollis, el pueblo en el que vivió y fue ejecutada, en el 225° aniversario de su muerte.
¿Por qué es trascendental la rehabilitación de Anna Goeldi?, por que es la primera vez que un país europeo rehabilita a una mujer ejecutada por "bruja",... pero, ¿realmente es reinvindicativa, ante los excesos realizados por las iglesias católica y protestante, en la época más oscura de su historia?,… ¿servirá de algo, el decreto del cantón suizo, a Anna Goeldi, la cual ya hace muchísimo tiempo, se encuentra más allá de mundanas leyes y jueces?, ¿reinvindicará también la memoria de miles de auténticos brujos y muchos más inocentes, que ardieron en las hogueras?, ¿algún día, llegará un auténtico pedido de perdón, por parte de las iglesias responsables de tales crímenes?,… lo dudo, dado que la postura de la iglesia protestante suiza –dos siglos después-, demuestra su postura de no aceptar yerros pasados.
Algo que ahora es aceptado por todos los historiadores de aquella época de la historia, es que, a partir de 1490, en que empezó la caza de brujas en países católicos y protestantes, unas 100.000 personas fueron obligadas a hacer confesiones bajo tortura y fueron quemadas vivas,… y que la condena sin pruebas por brujería sirvió para eliminar de la sociedad todo lo que les resultara inexplicable. Así también, se asesinaron a enfermos mentales, supuestos herejes, abortistas y disidentes políticos. Horrendas verdades que no pueden ser ya acalladas.
Hoy en día, los seguidores de la magia ancestral, encienden de nuevo sus antiquísimos fuegos, en honor a la naturaleza – y no al demonio, como se les quiso acusar injustamente-, y elevan sus plegarias “paganas” (para muchos), en recuerdo de los que fueron convertidos a cenizas por odios enfundados en los pendones de religiones que hablan de perdón y de amor,… Al igual como ellos, todos los que creemos en la tolerancia, esperamos que el triste caso de Anna Goeldi, sirva de inicio para una serie de rectificaciones de los procesos judiciales más injustos que la historia humana recuerde.
Como seres civilizados, y deseosos de que estos casos jamás se vuelvan a repetir, nos lo debemos a nosotros mismos y a las generaciones que nos precederán:
“¿Cómo callar tantas formas de violencia,
perpetradas también en nombre de la Fé ?”
palabras de Juan Pablo II.
Abel.
Abel me leyó el pensamiento, jajajaja.
ResponderEliminarEn fin, los yerros judiciales no son cosa de América Latina solamente.
seee,... pero en el caso de las brujas, por los "yerros judiciales" acaban como chicharrón,...
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